Hay quien come el embutido directamente y hay quien, primero, dedica un tiempo a sacarle la “piel”. Pero, ¿qué es exactamente esa piel? ¿Hace falta entretenerse a sacarla? Veamos porque la tripa natural es la mejor opción para conservar el embutido.

La tripa natural es comestible

Este envoltorio natural del embutido es comestible, el cuerpo la digiere con facilidad y además, es una parte fundamental y necesaria del producto. La tripa natural tiene unas características que la convierten en la opción más sana y natural para conservar el embutido. Es permeable, lo que ayuda a que el embutido pueda mantener mejor todas las propiedades organolépticas, es resistente, elástica y además no genera residuos.

El uso de tripa natural es sinónimo de calidad y como consumidor, te permite saber que el producto que estás comprando habrá conservado intacto todo el sabor.

¿Hay distintos tipos de tripa natural?

Las tripas naturales tienen distintos diámetros dependiendo del animal del que procedan. La tripa de bovino se utiliza para los embutidos más grandes, como la longaniza, mientras que la tripa de porcino se utiliza para embutidos con un diámetro más reducido, como el fuet o la somalla. La secallona y la salchicha se acostumbra a embutir en tripa de ovino, todavía más estrecha. Para las piezas más grandes se pueden usar tripas de otras especies o tripas cosidas, como el Salchichón Cular.

Como distinguir una tripa natural de una tripa artificial

Diferenciar una tripa natural de una artificial es muy sencillo. La tripa natural es de origen animal, con lo que no habrá dos iguales, y cada una tendrá una forma irregular. El embutido resultante tendrá irregularidades, puntos más gruesos y puntos más delgados. En cambio, el embutido envuelto en tripa artificial tendrá un diámetro uniforme, sin bultos ni irregularidades.

La tripa natural le confiere al embutido unos aromas propios que se pierden con la tripa artificial, neutra en sabor.

La longaniza Cular (Culana)

Mientras que la longaniza Pedragosa está hecha con intestino delgado de vacuno, nuestra longaniza cular está embutida en intestino grueso de cerdo, de manera que la “piel” que lo envuelve es mucho más gruesa. El sabor es más intenso, muy característico, y el aroma de maduración resultante es fácilmente reconocible.